lunes, 20 de mayo de 2013

¿Es posible hablar de una Sociedad del Conocimiento?


El Ángel de la Historia
Cuando Walter Benjamin representa al ángel de la Historia (Angelus Novus) quien aletea mirando  hacia atrás viendo la estela de horror y muerte; en su ensayo sobre la historia cita: «Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso»


La idea descaradamente expresada por Benjamin sobre el futuro en 1931, capta con eficacia la mirada sobre el futuro y sobre el fin de la modernidad. Benjamin se encuentra en pleno apogeo de la segunda guerra mundial y desde ahí para el él es radicalmente ve como caen las utopías modernas especialmente ligadas  al idea de progreso y bienestar. Pero aunque es muy previsor el anuncio de Benjamin aun estaba lejos del fin de la época moderna, incluso más cuando  Jean-François Lyotard 1979 acuña el término postmodernidad, comenzaban recién a gestarse una serie de acontecimientos que finalmente decantarán en la caída del muro en Berlín, acontecimiento señero que puntualiza el fin del pensamiento moderno.

La caída de la utopías
Aunque no es nuestra intención hacer una defensa del fin de la modernidad y el comienzo de la época postmoderna, sin embargo; nos parece vital para entender los cambios sociales que se originan desde 1989 hasta hoy; cambios que producirán desajustes en la escuela, desajustes que hoy se pueden palpar radicalmente. Lo que caracteriza esta época postmoderna, es la falta de relato que convoque al ser
humano, la mayoría de los analistas cuentan que la última época donde predominaron las utopías fueron los años 60', época de gloria de los bloques que culminará con la guerra fría. Sin embargo, sistemáticamente durante los años 70' se cayó totalmente los relatos positivos de la modernidad, tanto como por lo regímenes totalitarios en América Latina, el comienzo de la guerra en Vietnam y la inmminente tercera guerra mundial entre el bloque socialista y el bloque capitalista. Poco a poco, nos fuimos quedando sin nada que sostenga una finalidad a la actividad humana, hasta que en 1989 el mundo ve atónito la caída del muro de Berlín y con este, el fin de la guerra fría, quedaría solo un bloque, un relato, una mirada de entender el mundo, con la cual contrariamos el mundo postmoderno.

El sentimiento frente al conocimiento
Martiniano Román afirma que la materia prima de esta sociedad, es el conocimiento; y el análisis interpretado por el autor no parece estar errado, aunque todos los pensadores sobre la postmodernidad nos hablen de una sociedad centrada en el sentimiento individualista (Vattimo, Rorty, etc). El problema de este análisis está en la óptica con la cual es vista la función social y por lo mismo la visión escolar.  Martiniano Román, entiende los procesos sociales, como procesos productivos, es por ello que compara la productividad moderna (carbón, acero) con los métodos de producción actual (capital humano). El problema de mantener esta perspectiva es mucho más compleja que una interpretación basal y tiene que ver con la mantención de una mentalidad moderna por un lado y por otro, otorgarle a la escuela una función social en cuando a los mecanismos productivos.

La perspectiva moderna ha sido superada
El megarelato de la modernidad, tanto en su variante capitalista como socialista; tenía relación con los
métodos productivos y de investigación, decía que los seres humanos poníamos lo mejor de cada uno, podríamos mejorar nuestra calidad de vida a tal punto, que llegaríamos a la plena realización de nuestras capacidades, dichos de este estilo lo podemos encontrar con facilidad en los textos tanto de Marx como de Locke. Frente a esto lo único que se ha establecido con claridad en el pensamiento postmoderno, es que por medio del trabajo y esfuerzo productivo no lograremos mejorar nuestra calidad de vida, muy por el contrario la modernidad ha demostrado con cabalidad su fracaso en este aspecto puesto que como nunca tenemos problemas de hambruna, medioambientales y de sostenibilidad de la vida, producto de estos mismos métodos productivos. Al sostener Martiniano Roman su tesis, lo único que sostiene es quedarse anquilosado en el pensamiento moderno de transformación social.

La Función Social de la Escuela
Lo primero que diremos a este respecto, es que la escuela es un producto absolutamente moderno y quizá la herencia con mayor dignidad de este periodo humano. Sin embargo, hoy la escuela a traspasado su misma época y por lo mismo, hoy se ve impelida a responder al nuevo paradigma que se está gestando nuestras sociedades. El error de Román es ver a la escuela en sintonía directa con el mundo del trabajo, bajo este precepto se creó la escuela y luego se masificó; pero hoy sabemos, que la escuela es reflejo de la sociedad toda y no solo de quienes administran los mecanismos productivos. La escuela debe ser reflejo de lo que ocurre en la sociedad y al mismo tiempo debe generar los cambios culturales que permitan perfilar de mejor forma que tipo de sociedad construimos, su relación con los otros y con el mundo que la rodea.


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