El Ángel de la Historia
Cuando Walter
Benjamin representa al ángel de la Historia (Angelus Novus) quien aletea
mirando hacia atrás viendo la estela de horror y muerte; en su ensayo sobre la historia cita: «Hay un cuadro de Klee que se
llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse
de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca
abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la
Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una
cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre
ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los
muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que
se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas.
Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda,
mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que
nosotros llamamos progreso»
La idea
descaradamente expresada por Benjamin sobre el futuro en 1931, capta con
eficacia la mirada sobre el futuro y sobre el fin de la modernidad. Benjamin se
encuentra en pleno apogeo de la segunda guerra mundial y desde ahí para el él
es radicalmente ve como caen las utopías modernas especialmente ligadas al idea de progreso y bienestar. Pero aunque
es muy previsor el anuncio de Benjamin aun estaba lejos del fin de la época
moderna, incluso más cuando
Jean-François Lyotard 1979 acuña el término postmodernidad, comenzaban
recién a gestarse una serie de acontecimientos que finalmente decantarán en la
caída del muro en Berlín, acontecimiento señero que puntualiza el fin del
pensamiento moderno.
La caída de la utopías
Aunque no es nuestra
intención hacer una defensa del fin de la modernidad y el comienzo de la época
postmoderna, sin embargo; nos parece vital para entender los cambios sociales
que se originan desde 1989 hasta hoy; cambios que producirán desajustes en la
escuela, desajustes que hoy se pueden palpar radicalmente. Lo que caracteriza
esta época postmoderna, es la falta de relato que convoque al ser
humano, la
mayoría de los analistas cuentan que la última época donde predominaron las
utopías fueron los años 60', época de gloria de los bloques que culminará con
la guerra fría. Sin embargo, sistemáticamente durante los años 70' se cayó
totalmente los relatos positivos de la modernidad, tanto como por lo regímenes
totalitarios en América Latina, el comienzo de la guerra en Vietnam y la
inmminente tercera guerra mundial entre el bloque socialista y el bloque
capitalista. Poco a poco, nos fuimos quedando sin nada que sostenga una
finalidad a la actividad humana, hasta que en 1989 el mundo ve atónito la caída
del muro de Berlín y con este, el fin de la guerra fría, quedaría solo un
bloque, un relato, una mirada de entender el mundo, con la cual contrariamos el
mundo postmoderno.
El sentimiento frente al conocimiento
Martiniano Román
afirma que la materia prima de esta sociedad, es el conocimiento; y el análisis
interpretado por el autor no parece estar errado, aunque todos los pensadores
sobre la postmodernidad nos hablen de una sociedad centrada en el sentimiento individualista
(Vattimo, Rorty, etc). El problema de este análisis está en la óptica con la
cual es vista la función social y por lo mismo la visión escolar. Martiniano Román, entiende los procesos
sociales, como procesos productivos, es por ello que compara la productividad
moderna (carbón, acero) con los métodos de producción actual (capital humano).
El problema de mantener esta perspectiva es mucho más compleja que una
interpretación basal y tiene que ver con la mantención de una mentalidad
moderna por un lado y por otro, otorgarle a la escuela una función social en
cuando a los mecanismos productivos.
La perspectiva moderna ha sido superada
El megarelato de la
modernidad, tanto en su variante capitalista como socialista; tenía relación
con los
métodos productivos y de investigación, decía que los seres humanos
poníamos lo mejor de cada uno, podríamos mejorar nuestra calidad de vida a tal
punto, que llegaríamos a la plena realización de nuestras capacidades, dichos
de este estilo lo podemos encontrar con facilidad en los textos tanto de Marx
como de Locke. Frente a esto lo único que se ha establecido con claridad en el
pensamiento postmoderno, es que por medio del trabajo y esfuerzo productivo no
lograremos mejorar nuestra calidad de vida, muy por el contrario la modernidad
ha demostrado con cabalidad su fracaso en este aspecto puesto que como nunca
tenemos problemas de hambruna, medioambientales y de sostenibilidad de la vida,
producto de estos mismos métodos productivos. Al sostener Martiniano Roman su
tesis, lo único que sostiene es quedarse anquilosado en el pensamiento moderno
de transformación social.
La Función Social de la Escuela
Lo primero que
diremos a este respecto, es que la escuela es un producto absolutamente moderno
y quizá la herencia con mayor dignidad de este periodo humano. Sin embargo, hoy
la escuela a traspasado su misma época y por lo mismo, hoy se ve impelida a responder
al nuevo paradigma que se está gestando nuestras sociedades. El error de Román
es ver a la escuela en sintonía directa con el mundo del trabajo, bajo este
precepto se creó la escuela y luego se masificó; pero hoy sabemos, que la
escuela es reflejo de la sociedad toda y no solo de quienes administran los
mecanismos productivos. La escuela debe ser reflejo de lo que ocurre en la
sociedad y al mismo tiempo debe generar los cambios culturales que permitan
perfilar de mejor forma que tipo de sociedad construimos, su relación con los
otros y con el mundo que la rodea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario